La conexión entre el intestino y el cerebro es una de las áreas más fascinantes de la ciencia moderna. A través del llamado «eje intestino-cerebro», la alimentación influye directamente en el estado de ánimo, la ansiedad, el estrés e incluso la función cognitiva. Lo que comemos moldea no solo nuestro cuerpo, sino también nuestra mente.
El intestino es conocido como el «segundo cerebro»: contiene más de 100 millones de neuronas y produce hasta el 90% de la serotonina, la «hormona de la felicidad». Una flora intestinal sana mantiene el equilibrio de neurotransmisores, mientras que la disbiosis puede desencadenar depresión y ansiedad.
Alimentos que mejoran el estado de ánimo: pescado azul (omega-3), chocolate negro (magnesio, flavonoides), plátanos (vitamina B6, triptófano), frutos secos (zinc, selenio) y alimentos fermentados (kéfir, chucrut, para el microbioma). Reducen la inflamación y favorecen la neuroplasticidad. Por el contrario, una dieta alta en azúcar, grasas trans y alimentos procesados causa inflamación crónica, altera el microbioma y reduce la producción de factores neurotróficos. Esto aumenta el riesgo de depresión entre un 30 % y un 40 %, según metaanálisis.
Los picos bruscos de azúcar en sangre (después de comer dulces o pan blanco) provocan un bajón: pérdida de energía, irritabilidad y antojos de más carbohidratos. Mantener niveles estables de glucosa es clave para un estado de ánimo equilibrado y la concentración.
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