Empresas privadas, como Commonwealth Fusion Systems, Tokamak Energy, Helion Energy y otras, también están desarrollando nuevos proyectos. Utilizan nuevos materiales, como superconductores de alta temperatura, para crear reactores compactos y más económicos. Algunas startups apuestan por enfoques alternativos, como la fusión magnetoinercial o reacciones con combustible sin neutrones (como el helio-3). Las ventajas de la energía de fusión son difíciles de sobreestimar: cero emisiones de CO₂, sin riesgo de fusión del reactor, residuos mínimos y combustible prácticamente inagotable. Un solo vaso de agua de mar podría producir tanta energía como un barril de petróleo. Esto podría cambiar radicalmente la geopolítica, convirtiendo la independencia energética en una realidad para la mayoría de los países.
Sin embargo, persisten importantes desafíos. El tritio es un isótopo raro y radiactivo y deberá producirse dentro del reactor. Aún se están desarrollando materiales resistentes a la irradiación de neutrones. Y el coste de las primeras centrales será colosal. No obstante, la inversión está creciendo: solo entre 2021 y 2023, el sector privado invirtió más de 6000 millones de dólares en empresas emergentes de fusión.
Los científicos también están explorando la posibilidad de la «fusión fría», es decir, reacciones a temperatura ambiente. Aunque la mayoría de los experimentos no se han confirmado, algunas anomalías individuales siguen generando interés. Incluso si la fusión fría resulta imposible, la investigación en este campo estimula el desarrollo de disciplinas relacionadas, desde la ciencia de los materiales hasta la química cuántica. La ética también es importante: la energía de fusión debe ser accesible para todos, no solo para los países ricos. La colaboración internacional, como en el caso del ITER, se está convirtiendo en un modelo para la solución de problemas globales. Los programas educativos y las publicaciones abiertas están ayudando a formar a una nueva generación de ingenieros y físicos capaces de lograr este avance.
Si la humanidad logra dominar la fusión, marcará un punto de inflexión en la historia de la civilización, comparable a la transición de la madera al carbón o del carbón al petróleo. Una energía limpia, segura y prácticamente ilimitada allanará el camino para el desarrollo sostenible, la desalinización de los océanos, la producción de hidrógeno verde e incluso los viajes interplanetarios. La energía estelar finalmente será una realidad en la Tierra.
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