La nutrición es fundamental para la protección. Coma más verduras, frutas, ajo, jengibre, cúrcuma y productos lácteos fermentados. Contienen antioxidantes, fitoncidas y probióticos, que fortalecen la inmunidad local de las membranas mucosas.
El sueño y el manejo del estrés son igualmente importantes. La falta de sueño y la ansiedad suprimen la producción de interferones, proteínas que destruyen los virus. Incluso una o dos noches sin dormir lo hacen vulnerable.
La ventilación es un método subestimado. Los virus se acumulan en espacios cerrados. Ventile las habitaciones cada dos horas durante 10 a 15 minutos; esto reduce la concentración de patógenos en el aire.
Evite los cambios de temperatura: no salga con ropa ligera después de estar en una habitación calurosa. El enfriamiento repentino contrae los vasos sanguíneos de las membranas mucosas, lo que reduce el flujo de células inmunitarias al foco de una posible infección.
Evite el uso excesivo de antisépticos. La esterilidad excesiva debilita el sistema inmunitario, privándolo de su «entrenamiento». Una higiene básica es suficiente; no te excedas.
Si te enfermas, dale un descanso a tu cuerpo. No te quedes ahí parado: esto debilita el sistema inmunitario y puede causar complicaciones. Bebe líquidos calientes, duerme bien y come alimentos fáciles de digerir. La recuperación es un proceso que requiere tiempo y respeto por uno mismo.
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