Dormir es más que solo descansar; es un proceso activo de restauración, desintoxicación y reinicio de todo el cuerpo. Durante el sueño, el cerebro se depura de proteínas tóxicas (incluida la beta-amiloide, asociada con la enfermedad de Alzheimer), el sistema inmunitario «aprende» de nuevas amenazas y las hormonas regulan el apetito, el estrés y el crecimiento.
Los adultos necesitan de 7 a 9 horas de sueño de calidad al día. La privación crónica del sueño (menos de 6 horas) aumenta el riesgo de obesidad en un 55%, de diabetes tipo 2 en un 40% y de enfermedades cardiovasculares en un 30%. Incluso una sola noche sin dormir afecta la sensibilidad a la insulina.
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