La actividad física mejora el sueño, pero no más tarde de tres horas antes de acostarse. Por otro lado, los estiramientos suaves, el yoga o los ejercicios de respiración por la noche promueven la relajación. Si no puede conciliar el sueño durante más de 20 minutos, levántese, haga algo tranquilo (leer un libro) y vuelva a la cama solo cuando sienta somnolencia. Esto refuerza la asociación «cama = sueño».
Los ronquidos, la apnea del sueño y los despertares frecuentes no son normales. Son signos de trastornos que requieren diagnóstico. La apnea del sueño, por ejemplo, aumenta significativamente el riesgo de accidente cerebrovascular e hipertensión.
Dormir no es un lujo, sino una necesidad biológica. Invertir en él significa invertir en claridad mental, fuerza física, resiliencia emocional y longevidad. Cada noche es una oportunidad para recuperarse y renovarse.
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